8 de mayo de 2007

(#56) La Otra Palomita

Bueno, después de tanto tiempo... ¡UN CUENTO! Y tambien una pequeña muy buena noticia. Resulta que un texto mío (Sábado, sola) fue por primera vez publicado en una selección de cuentos de autores no conocidos llamada "Sin Equipaje", de la Editorial Dunken, que dicho sea de paso, fue presentado en la Feria del Libro 2007 en Buenos Aires.

Les dejo el cuento nomás. Hay un par que he escrito ultimamente que decidí no publicarlos para enviar a algunas editoriales, asi que sepan disculpar la larga ausencia.

"La Otra Palomita"
por Emilio Luzbel


La ciudad de Rosario, se sabe, se nutre del puerto, se pavonea en el Monumento y sus increíbles mujeres, y su corazón late en su fútbol; sobre todo en los clásicos.

De entre ellos, hay una historia que con el paso del tiempo ha devenido en mítica y que ya todos conocen: la de Aldo Pedro Poy y la Palomita. Mítica por haber sellado el partido 1 a 0 a favor de Central y haber posibilitado, final contra San Lorenzo mediante, que Central gritara por primera vez campeón. Y también por tratarse del gol mas festejado en la historia del fútbol, y porque sigue siendo festejado anualmente por la parcialidad canalla cada 19 de diciembre.

Pero hay también una historia, que se desprende del misticismo de la anterior y que muy pocas, poquísimas personas conocen, y es la historia de Batata, y la otra Palomita.


La anécdota ya había sido contada y escuchada varias veces en los pasillos de Rosario Rowing Club, que como su nombre lo indica, es un club de remo que se encuentra en la costa rosarina, y del cual quien les escribe es socio desde que tiene memoria. La anécdota, decía, ya había llegado hasta mí. Creo recordarla en la voz del Pollo, antecediendo una de sus risas, pero no estoy muy seguro. La cuestión es que "los viejos" (los padres de nuestra generación) en su furor canalla habían conseguido, amistad y devolución de favores mediante, que el ídolo Aldo Pedro aceptara ser agasajado en el club con un asado.

Antes de seguir situémonos bien en el contexto de dicho asado. Estamos hablando de un hombre que por aquellos tiempos, y sobre todo para los viejos era un héroe viviente. Quizás ahora no sea tan recordado, pero esto obedece a la regla del tiempo. Quienes no lo recuerdan hoy, o mejor dicho no lo veneran, es sencillamente porque no vivieron el impacto de su hazaña, pero imagínense los viejos como estaban, algunos de ellos incluso habían viajado al Monumental en aquella oportunidad; y los pibes también, que habían escuchado de boca de sus padres que aquel hombre que iban a conocer era "el papá de niul sol boi", "el Aldo, de la Palomita". Y lo iban a tener ahí, comiendo con ellos, como cualquier otro amigo de papá, y papá lo iba a tener ahí, comiendo al lado, como cualquier amigo más. No era moco de pavo el Aldo para los viejos.


Pero, como imaginaran, el asado no era la cuestión principal del agasajo. En realidad, aquello fue como cuando los directivos de la FIFA visitan algún país que está en la mira para el próximo Mundial. La cuestión era hacerlo sentir cómodo a Poy, cubrirlo de elogios, darle los mejores pedazos de carne, atenderlo como a un duque, emborracharlo un poquito, y hasta drogarlo si fuera necesario, viejo, porque Rowing esa misma tarde tenía que ser sede de la legendaria Palomita, costara lo que costara.

Y se consiguió nomás, no se sabe bien como, pero se consiguió. Habrá aceptado de buena gana, puesto que la gente rowiniana puede ser muy amable cuando se lo propone. Entonces estaban ahí, todos en la canchita de tierra de atrás y se dispuso todo. Se colgaron las banderas detrás del arco, se infló la pelota a gusto del ídolo, se eligió el pateador del centro y...

Faltaba el arquero, viejo. Porque Tonino estaba hecho para la tribuna y no para el verde césped, y Gustavo ya andaba con los problemas de menisco en esa época, viste; y Sergio no podía andar revolcándose en la tierra porque mirá si lo llamaban por alguna emergencia del sanatorio, y no podía atentar contra la higiene; "que ataje Muralla" dijo uno, pero no, que Fenoy no era pelado, y aparte sino quien sostiene el porrón (y quién se lo toma, que ya está medio tibio), y todos los que andaban dando vueltas por ahí eran unos purretes, y no eran dignos de tal honor, esos desagradecidos que estuvieron 5 minutos en la mesa y se aburrieron de escucharlo al viejo ese del bigote y se fueron a jugar un "Tiki-Mani" por ahí.

En eso lo vieron, ahí tímido en un rincón, callado pero sin perder las esperanzas de ser señalado por el dedo de Dios para ni siquiera intentar atajar el disparo del gran Aldo Pedro; el, que no era ni tan chico como para no tener conciencia, ni tan viejo como para tener problemas en la columna, que encima era hincha fanático canalla, enfermo, él era ideal. Era el Elegido.

Y lo fue nomás.


Batata se plantó en el arco, en cuero, con sus Toppers blancas ("Mirá cuando le cuente al viejo que Poy me hizo un gol de Palomita", pensaba) y shorts a lo Diego en el '86, a mitad de camino entre la rodilla y la cadera, también blanco. Se frotó las manos, que no tendría que usar, como si fuera un verdadero arquero a punto de empezar la faena. Atrás, metidos en el arco, estaban Gustavo, Muralla y Tonino ya preparándose para el momento crucial, y ahí nomás en el palo derecho estaba Sergio que, previniendo, le dijo "Tirate para la izquierda, como Fenoy". Pero Batata ya lo sabía. Todo el mundo lo sabía.


Y aquí comienzan los segundos cruciales de la historia.
Aldo Pedro Poy midió a ojo la distancia en que estaba cuando recibió el centro del negro González, y lo trasladó a las dimensiones de la cancha de 7 rowiniana. Posicionó sus pies de la forma que el sabía y le dijo al pibe que tiraba los centros "Tiramela a esta altura" y señaló precisamente donde quería el centro. No hace falta decirlo, pero imaginen la presión que habrá sentido aquel muchacho, determinado a tirarlo bien en el primer intento para poder florearse luego delante de todo el club.

"Dale nomás", ordenó Aldo, que ya a esta altura estaba pensando en ir a tomarse una siesta para laburar el lunes antes que tener que estar haciendo acrobacias, y partió el centro. Aldo Pedro lo impactó, y la pelota salió bajita y peligrosamente hacia donde estaba ubicado Batata, que, rápido de reflejos, se arrojó hacia el palo izquierdo tratando de evitar el contacto con el esférico. Y justo cuando lo estaba logrando, la pelota impactó en su pierna derecha, que había quedado rezagada en el desplazamiento, y se perdió en el olvido, sin haber traspasado la línea de gol.

Trato de entender la mente de esa pobre criatura y no lo logro ni por asomo. Lo más insólito y antinatural que podía suceder, había sucedido y el, ya sea como victima o culpable, había sido partícipe. Batata acababa de atajar el gol más festejado de la historia, anulando el gol, y peor aún, el grito sagrado que este conlleva, que todos aquellos hombres reunidos en torno a esa gran pasión ya no podían contener.

Y ahí nomás empezaron los insultos. Todos pedían la cabeza del anticristo. Lo re-cagaban a puteadas, y él que no podía decir la verdad, que la culpa no era de él, que él hizo lo que tenía que hacer y Aldo Pedro Poy no. Y la vergüenza... ¿Como lo convencían de nuevo a Poy de que repitiera la Palomita? La única razón que tenían era "Total ya te ensuciaste todo", y no era muy cortés que digamos.
El griterío era tal que empezó a llegar más gente todavía, y la situación se volvió tensa. Batata podía escuchar en medio de aquella humillación los susurros y risitas del piberío a sus espaldas. Ahí fue cuando se dio cuenta que las dos opciones que tenía para sobrellevar la situación lo mas dignamente posible eran salir corriendo y no ir por unas semanitas al club, o enfrentar la cuestión como un hombre y ponerse a llorar como un nene.

Ya empezaba a decidirse entre mocos chupados por la segunda cuando de entre los insultos surgió la voz pacificadora de Aldo Pedro, dirigiéndose al pibe de los centros:


- Dale, tiramela de nuevo hasta que salga.


Entonces, como si nada hubiera sucedido, se recreó nuevamente el escenario de aquel 19 de diciembre de 1971, y después de 3 centros mal tirados y un par de cargadas, el
grito anual pudo escucharse también en Rosario Rowing Club.

Un rato más tarde, cuando la euforia se había calmado un poco, a excepción de Muralla y Arqueola que la prolongaban con otra cerveza, Aldo Pedro se despidió de todos, y cuando le tocó saludar a Batata, le palmeó el hombro y le dijo "No le vallas a contar a nadie, eh".

Aparentemente al poco tiempo Batata dejó de ir a Rowing. Puede que haya tenido problemas para pagar la cuota, o tuviera otros intereses, o un montón más de posibilidades, pero sospecho que en realidad no pudo soportar la presión de ser en esa pequeña comunidad "el pibe que atajó la Palomita de Poy".

Creo que lo vi un tiempo después en Alvarez Thomas y Washington tomando una gaseosa, pero también puede ser parte de mi imaginación. Como también podría serlo esta historia.


Lo único que puedo aseverar es que si toda esta historia es verídica, seguramente aún hoy, en algunas noches, Aldo Pedro Poy sueña que su preciada Palomita va a dar contra la pierna derecha de un Fenoy con la cara de Batata y sale rechazada...


Y se despierta agitado.


Foto: archivo fotográfico de la flia. Rojo

No hay comentarios.: