Amazona de cuerpo indómito, no volví a sufrir mujer así; en vos se invertía la fórmula de nuestro querido Joaquín: "a plena luz del día piel de hadas, de noche Cruella De Vil". Manejabas a los hombres a tu antojo y en un acto de arrojo, quizás por piedad, quisiste hacerme creer que podía conseguirte si lo disponía mi voluntad.
A veces creo que nos imaginé, que en esos años tan distantes y felices fuimos mi mejor cuento. Luego reconozco, con los recuerdos agonizantes de tu cuerpo como testimonio, que no soy tan buen escritor, ni amante tan ambicioso, que lo máximo que he pretendido fue escribirte esta página en el cuaderno de los sueños vividos.
8 de febrero de 2011
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