28 de noviembre de 2012

(#97) Mas Shortcuts

9.Disfraces
Soy de los que no les gusta disfrazarse. No le encuentro ningún atractivo.
Supongo que se debe a un trauma de la niñez. Un niño no debería ser obligado a disfrazarse y bailar canciones folklóricas en los actos escolares. Eso es una forma perversa de entretenimiento para los adultos; para los niños –para algunos de nosotros- era humillante. Nunca me recuperé: no sé bailar, mis resistencias a aprender son tan grandes como las que tengo a disfrazarme. Cuando bailo yo no bailo: tengo como espasmos arrítmicos de la cintura para abajo. Hacia arriba, mis brazos quedan descolgados y mis hombros carecen de sensibilidad musical. Todo eso lo soluciono sosteniendo el trago con una mano y el cigarrillo con la otra.
Por supuesto, para la mayoría de mis compañeros resultó bien lo del bailecito con las chicas o al menos no les significó ningún acomplejamiento. Crecieron siendo gente sana que considera que las mujeres son todas putas y que a los negros hay que matarlos a todos. A veces pienso Mirá si en vez de obligarme a bailar hubieran buscado algo para lo que yo fuera bueno, como hacen en las escuelas yankees. A lo mejor hoy sería un exitoso escritor de teatro sin acomplejamientos que considera que las mujeres son todas putas y que a los negros hay que matarlos a todos, por ejemplo.
Aprendí a bancarme que el disfuncional soy yo. Entonces cuando me preguntan por qué no me disfrazo, contesto que no me parece necesario, que vivimos disfrazándonos, ante cada persona y situación adoptamos un disfraz diferente. Y me aterroriza pensar que si me disfrazara correría el riesgo de ser quien soy.

10.Glorioso
ofrendarte millones de vidas
en un glorioso instante
de ojos cerrados
mirando hacia adentro
de gritos libres
apenas murmurados
a duras penas reprimidos
de duro pene expulsadas
millones de vidas
en un glorioso instante
de boca abierta ofrendada
néctar vertido como metralla
en el lienzo de tu rostro
millones de vidas
pasajeras en tu garganta
transeúntes de tus entrañas
acabadas

11.Invertido
Que siga el universo invertido
Y el sapo bese a la princesa.
Que la montaña vaya a Mahoma.
Que disfrute yo de tus aromas
y que tu cuerpo premie mi vileza.

12.Parsimonia
Van desapareciendo
con violenta parsimonia
esperanzas, sueños, objetivos,
como se van los días mismos
goteados en el cuenco
de un dios inconmovible.

Se van y el Yo también
se deshace en posibilidades
y como cada palabra
somos lo que dejamos de ser
para ser lo que somos.

Y somos cada vez menos:
sueño de inmortalidad,
luego esperanza de muerte,
hasta que solo somos muerte,
carga de otros, mero recuerdo.

2 comentarios:

Sirena dijo...

Sobre el texto nro. 9, dejeme decirle que no es usted el único escritor que se rehusa a vestir esos harapos que pretender simular un personaje conocido.
Sin ir mas lejos le dare mi testimonio: al igual que usted, siempre ha sido un peso para mi vestir cual dama antigua en los actos de la escuela... Siempre lo mismo: vienen los españoles, quémenlos con aceite hirviente de sus ollas! Si, la capacidad creativa de los profesores para los actos, retrocedía año a año.
Al ir creciendo los amigos comienzan a generar esas tontas ideas en su cabeza: "la fiesta de disfraces". Pero tambien podemos llamarlo el evento que reune a 20 pibes vestidos de Mario Bross y al grupo de chicas que se encarga de "atorrantizar" cualquier disfraz con la adhesión de unas medias de red (aunque sea un Teletubbie).
Es por esto que los escritores no nos gusta la onda del disfraz, a nosotros nos gusta disfrazar a nuestros personajes, a nuestras escenas... Y aunque nos quejamos, es obvio que vamos a ir a esa fiesta. Por más que nos tachen de amargos, el escritor siempre observa para escribir cosas como estas aunque sean las 4.30 am.-

Tewa dijo...

Es cierto, igual uno quiere observar, decodificar qué es lo que sucede, y sin duda uno de los fenómenos más interesantes es el que usted muy bien definió bajo el verbo atorrantizar. Formidable.