10 de marzo de 2005

(23#) Todo Habia Terminado

Aquella noche, como cualquier otra, salí a hablar un rato con el.
Claro que no era una noche común, pues ya todo había terminado.
Sin embargo siempre me guié inconscientemente por las rutinas, así que abrí la puerta y me dispuse a hablar como si nada hubiera pasado.
El cigarrillo ultimo de aquella noche fue especialmente placentero, pues ya todo había terminado.

Sentado en el piso del pasillo de mi casa, apoyando mis espaldas contra la pared y fumando ese Marlboro perfecto, agradecí todas las cosas que me tocaron tener en la vida. Si, todas, aunque algunas se hallan ido, pues ya todo había terminado.
No quise pedir explicaciones porque en casos como este ninguna explicación basta. Nada podría haberme dejado satisfecho, pues ya todo había terminado. Solamente agradecí y pedí perdón.

Mi voz no sonó desesperada aquella noche, pues ya no buscaba explicaciones -aunque las desease-, sino que ahora buscaba soluciones, esta vez propias. No caídas del cielo.
Esa noche me di cuenta que nunca le había preguntado el porqué de las cosas buenas. ¿Qué sentido tenia hacerlo, entonces, sobre las cosas malas que suceden? Entendí, o al menos así lo creo, que tenia que dejar de cuestionar tanto y empezar a cambiar las cosas para lograr que sean a mi gusto.

"Pero no puedo cambiar a los demás", pensé. Es cierto, no puedo. Podría cambiar la superficie de algunos, pero no la esencia.
"Lo que si puedo hacer es elegir a las personas de las que me rodeo, o cambiar mi forma de ser, las cosas que no me gustan de mi mismo". No hace falta que me siga quejando y buscando explicaciones, puedo hacer que las cosas sean como yo quiera.

Apagué el cigarrillo, y me quede charlando un ratito mas. Ya todo había terminado pero, ¿quien dice? Quizás fuera solo otro comienzo. Solo él podría saberlo, pero hay cosas que debemos averiguar solos.

Me levanté y abrí nuevamente la puerta. Mire hacia arriba, al cielo y me despedí. "Chau", le dije, y me pareció ver bien lejos que una estrella brillaba parpadeando, como si el cielo me guiñara un ojo. Me fui a dormir tranquilo, en esa noche que terminaba. Tenia que descansar, pues todo comenzaba nuevamente.

Esteban M. Landucci (9/3/5)

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