23 de octubre de 2005

(#36) Ya nada será lo mismo

Por mas que las razones de dejar todo atrás sean miles, y el tiempo que nos habían regalado parece terminarse rápidamente, una vez más siento que podría llorar por vos esta noche.

La angustia toma forma y se presenta en mis ojos, pero el débil hilo de esperanzas del que cuelga mi corazón ahoga una vez más las lágrimas.

Nada podía hacer que tantas emociones se fueran por la rejilla del egoísmo y el dolor, y sin embargo, doblando una vez mas la voluntad del destino, nos encontramos cada uno por su lado, en la senda empedrada de la soledad.

Tu caballo no se alimenta mas de promesas, y prefiere roer verdades que ver aflojarse sus piernas en la mitad de la carrera.

Esa hipocresía que jamás había visto dibujada en tu sonrisa, hace gala de corazón curado. Los gritos de dolor de tu miseria se desgarran solos la garganta en el cajón mas empolvado de tu alma. Solo yo los escucho, mientras nacen y mueren incansablemente.

Cáda pájaro que canta toca una triste nota de la marcha fúnebre en mi corazón.
Nada volverá a ser igual, ni el sol, ni las nubes, ni las gotas de lluvia. Nada. Ni siquiera el olvido.

El odio espeso ya no tendrá ese inconfundible débil gusto a reconciliación. El dolor no calmará como una bendición necesaria las exageraciones de la pasión.

El amor ya no será mas amor. Y todo lo que había nacido en el instante más íntimo de un beso, morirá hoy, y siempre, en cada lágrima que el débil hilo de esperanzas del que cuelga mi corazón ahogue.

Y nos olvidaremos, porque ya nada será lo mismo.

Ni siquiera el olvido.

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